En El Salvador, de cada 100 casos de COVID-19, 3 mueren y los demás tienen posibilidad de recuperarse, según estadísticas oficiales. Parece ser que con los esfuerzos que el gobierno realizó para mejorar el sistema de salud y las medidas de cuarentena obligatoria impuestas, ganó tiempo para salvar la salud física. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la salud mental. Los síntomas asociados a problemas de salud mental no tienden a ser visualizados de inmediato. Suelen aparecer semanas, meses o hasta años después.
Indiscutiblemente, la cuarentena obligatoria que duró en El Salvador alrededor de 4 meses puso a prueba el manejo del estrés de la población debido al encierro y la incertidumbre que generó para muchos vivir una primera pandemia. La historia demuestra que la población salvadoreña al pasar por eventos altamente traumáticos y estresantes, la consecuencias en el mediano y largo plazo deberían causar preocupación, sobre todo, al ser un país que invierte poco en la salud mental de la gente.
Se invierte un 2.2% del presupuesto de la nación se invierte en salud mental y va todo dirigido al Hospital Nacional Psiquiátrico.
Otros datos más recientes muestran los efectos de no invertir en salud mental. Durante el 2019, existieron:
- más de 20,000 accidentes de tránsito, provocando 1,406 fallecidos donde la distracción, el exceso de velocidad y manejar bajo el consumo de alcohol. Dichos factores son asociados al poco control de emociones, fueron las principales causantes.
- fueron cometidos 230 feminicidios donde también una de las causas se asocian al poco equilibrio emocional de las parejas masculinas.
A su vez, desde el 1 de enero de 2015 hasta el 31 de mayo de 2019, el país reportó 615 suicidios, de los cuales la causa era la misma.
Aunque son pocos los datos oficiales sobre el estado de la salud mental en los salvadoreños durante la pandemia, existen investigaciones preliminares que muestran que los datos de años anteriores podrían incrementarse al finalizar el 2020:
- en 49 días, la policía reportó un incremento de un 30% en atenciones telefónicas por denuncias de violencia doméstica
Lo más preocupante de los datos anteriores es que muchos casos no logran ser registrados por las estadísticas oficiales, sobre todo las relacionadas a la violencia contra la mujer y los suicidios, lo que hace difícil atender al total de los grupos afectados. El panorama se vislumbra obscuro cuando se compara el 80% de la población que estuvo en cuarentena domiciliar obligatoria con el 2.2% que se invierte en salud mental. Dicho de otra manera, si El Salvador ha invertido muy poco en salud mental, no debería parecer extraño que la violencia, los suicidios y los accidentes de tránsito, al reactivarse poco a poco la economía, incrementen.
El panorama se vislumbra oscuro cuando se compara el 80% de la población que estuvo en cuarentena domiciliar obligatoria con el 2.2% que se invierte en salud mental.
Lo positivo, detrás del panorama que se acaba de presentar, es que hoy es tiempo para que diferentes actores (sociedad civil, organizaciones sin fines de lucro, Estado y empresas privadas) contribuyan y se preparen para servir a la ciudadanía, así como para colaborar y generar entornos de escucha y empatía para quienes necesitan servicios de salud mental. En Programa Velasco tratamos de ser uno de esos actores al incluir componentes principales relacionados con la salud mental en nuestros proyectos.