Nuestra historia comienza antes de nacer. Estamos marcados por varios factores que suceden durante la gestación, así como nuestro genotipo. Nuestra aventura comienza cuando somos concebidos, y desde allí, comenzamos a establecer quiénes seremos en el futuro.
Pensar en nuestra historia no es una tarea fácil. Mientras que algunos eventos pueden haber sido olvidados, otros tienen un impacto tan fuerte que dejan cicatrices e incluso, de vez en cuando e inconscientemente, podemos volver a experimentar estos eventos causando malestar corporal, cognitivo o emocional.
Probablemente usted, estimado lector, haya tenido la oportunidad de escuchar aquellas historias que sus abuelos o padres narran sobre su pasado y con sus relatos imagine cómo fue su infancia, su adolescencia o su vida adulta. Muchas veces son contadas una y otra vez porque “recordar es volver a vivir”, ya sea un momento hermoso o recordando la pérdida de un ser querido, se trata de recordar momentos cruciales en los que sus vidas cambiaron por completo.
Al reconocer la importancia del pasado, el staff incorpora técnicas durante los talleres de empoderamiento personal del Proyecto de Empoderamiento de la Mujer, que ayudan a las emprendedoras a darse cuenta de lo resilientes que han sido a lo largo de sus vidas. Empiezan a entender que son mujeres fuertes que se han enfrentado a una miríada de situaciones, que las han convertido en lo que son hoy.
En el taller, las emprendedoras aprenden sobre la práctica japonesa llamada Kintsugi, el arte de hacer que lo frágil sea hermoso y fuerte. Kintsugi nos enseña a “convertir las heridas del pasado en aprendizaje” y que, a pesar del dolor experimentado, los seres humanos tienen la capacidad de recuperarse y se convierte en un “guerreros/as del camino.” Detrás de cada cicatriz hay una historia, donde el reconocimiento y el perdón son importantes.
De igual forma, las participantes en Tepecoyo participaron en las actividades: “el río de la vida” y “la placa rota.” Durante ellas pudieron viajar a través de las diferentes etapas de sus vidas, donde experimentaron alegría, tristeza, fracaso, pérdida, decepción y más, ¡todo lo que nos hace humanos!
Las emprendedoras tuvieron la oportunidad de compartir historias personales, particularmente eventos traumáticos de la vida. Después de ello, pudieron diseccionar cómo se desarrolló el evento y cómo les impactó. Es difícil entender por qué sucede algo en el momento; por ejemplo, es difícil entender por qué una madre huiría a los Estados Unidos dejando a sus hijos al cuidado de un miembro de la familia.
Situaciones como esta, comúnmente, generan el miedo al abandono. Por lo tanto, es necesario identificar la circunstancia específica que generó dolor (reconocimiento) y para liberarse, uno debe aprender a perdonar. Este es el paso #1 para empoderarnos.
Una de las emprendedoras expresó cómo ella vivió este proceso, y cómo ahora puede vivir con su padre a pesar de las heridas que causó cuando se fue de casa.
La mayoría de las emprendedoras se crían en hogares empobrecidos, lo que lleva a algunos de ellos a asumir un papel de padres dentro de sus familias. Como resultado, algunos de ellos fueron privados de sus derechos como mujer, así como de su capacidad para seguir sus sueños.
Durante la sesión, una emprendedora compartió: “los talleres me han ayudado a darme cuenta de que tengo derechos y se los estoy pasando a mis hijos. Cada vez que llego a casa después de un taller, mi hija siempre me pregunta qué me enseñaron y yo le muestro para que ella también aprenda y sepa que tiene los mismos derechos que su hermano, algo que vine a descubrir aquí”. Esta emprendedora ha cambiado no solo la historia de su vida, sino también la de sus hijos.
Esto es precisamente lo que Programa Velasco busca con los procesos de capacitación que ofrece a través de sus proyectos, para tener un impacto positivo en las vidas de las participantes y sus familias. Los procesos de capacitación buscan crear conciencia, desarrollar habilidades, moldear actitudes y comportamientos, y tener un impacto generacional: estas emprendedoras son mujeres empoderadas.
Todas las historias de nuestras participantes merecen ser escuchadas. Gracias a aquellos que apoyan el PEM. Gracias a ti, nuestras emprendedoras tienen la oportunidad de seguir sus pasiones, quizás por primera vez en sus vidas.